Dios Padre, por medio de su Hijo Jesucristo, en el Espíritu Santo, nos concede a todos, la gracia de la consagración religiosa en la vida contemplativa, de una mujer de este tiempo. Sí, el Señor sigue cautivando el corazón humano hasta el punto de hacer irresistible la entrega total de la vida porque con antelación se ha experimentado Su personal y total entrega por uno.

Dios regala a su Iglesia, a su pueblo, una vida de alianza de amor, dedicada a la oración de intercesión por cada hijo de Dios, por cada hombre y mujer de esta generación. Junto a la misión eclesial de la oración, nos llama a ser signo del absoluto de Dios en este mundo. Dios sigue manifestando su amor y preocupación por sus criaturas: signo de ello es la llamada a vocaciones concretas en servicio a otros.

Os invitamos a ser testigos de esta alianza nupcial en la Eucaristía del próximo 1 de noviembre a las 12:00 h en la capilla del monasterio, donde nuestra hermana Inés recibirá la profesión temporal de votos.

 

 

“La formación de la persona consagrada es un itinerario que debe llevar a la configuración con el Señor Jesús y a la asimilación de sus sentimientos en su total oblación al Padre; se trata de un proceso que no termina nunca, destinado a alcanzar en profundidad a toda la persona, para que todas sus actitudes y gestos revelen la total y gozosa pertenencia a Cristo, y por ello pide la continua conversión a Dios. Este proceso apunta a formar el corazón, la mente y la vida facilitando la integración de las dimensiones humana, cultural, espiritual y pastoral.

En particular, la formación de la persona consagrada contemplativa tiende hacia una condición armónica de comunión con Dios y con las hermanas, en un clima de silencio protegido por la clausura cotidiana.”

(Vultum Dei Quaerere, 13)